martes, 15 de marzo de 2011

Cuando Marine Le Pen visitó Lampedusa

Gorka Larrabeiti
Rebelión




El día en que Marine Le Pen, líder del partido del Frente Nacional de Francia, y Mario Borghezio, eurodiputado de la Liga Norte famoso por sus declaraciones xenófobas, visitaron la isla de Lampedusa, al menos 35 inmigrantes provenientes de Túnez y en dirección a la isla de Lampedusa desaparecieron tras el naufragio de su embarcación.

Marine Le Pen habló con inmigrantes durante su visita al centro de identificación y expulsión de la isla y les dijo que sentía gran compasión por ellos, pero que Europa no podía acogerlos porque no tenía medios financieros suficientes. Sin embargo, muchos jóvenes de Lampedusa desmontaron la propaganda xenófoba de Le Pen y Borghezio. En el aeropuerto les recibieron con pancartas de protesta: "Liberté, egalité, fraternité: aussi pour les sans-papier". Y otro que decía: "El mundo es de color: entrad en razón". "No vemos la situación como la pintan Borghezio y Le Pen. No queremos que nos impliquen en inútiles polémicas políticas que pretenden hacerse publicidad a nuestra costa. Lampedusa es tierra de acogida y solidaridad. Repudiamos el racismo y la xenofobia en todas sus formas".

Mientras Marine Le Pen hablaba de los problemas de los flujos migratorios, Malta devolvía a aguas internacionales un barco que había zarpado de Trípoli con 1.800 inmigrantes magrebíes a bordo e Italia lo monitoraba porque "faltaba certeza en la identidad de los pasajeros". Volvía a repetirse algo parecido a lo que ocurrió con la nave Pinar, que tardó en ser rescatada porque ni Italia ni Malta la ayudaban escudándose en cuestiones de competencia territorial de las aguas en que se encontraba la nave. Marine Le Pen tiene una solución para este problema: "Italia debería enviar barcos con agua y alimentos y ayudar a los migrantes en el mar evitando que desembarquen en la isla". ¿Y después qué? ¿Dejar que la mar se encargue del resto?

Marine Le Pen se sacó fotos en la isla de Lampedusa, mientras la vida continuaba: otras veinte embarcaciones iban rumbo a Lampedusa; durante ese día habían llegado otras 500 personas; la Guardia costera había salvado de un naufragio seguro a 40 migrantes.

El día que murieron 35 migrantes tunecinos al naufragar su patera, ya nadie se acordaba de los tres bangladesíes que murieron en Grecia, tras ser evacuados de Benghazi a bordo del Ionian King junto con otros 1.200 extranjeros, ni de los 200 muertos en la frontera grecoturca al cruzar el río Evros, ni de las huelgas de hambre de los tunecinos encerrados en los Centros de Identificación y Expulsión italianos mientras la mayoría de los 6.000 compatriotas desembarcados en Lampedusa pudieron proseguir su camino hasta Francia, ni de la denuncia que la red Migreurop tras visitar el CIE de via Corelli en Milán y ver que había rumanos -ciudadanos de la UE- detenidos, que muchos tunecinos habían solicitado asilo repetidamente pero no se lo habían concedido, que las condiciones higiénicas eran pésimas, y que abundan las denuncias de malos tratos.

El día en que Marine Le Pen visitó Lampedusa, el ministro de Interior italiano lanzaba un aviso alarmista de alta rentabilidad electoral: "Llegarán 10.000 inmigrantes por semana". Italia, subraya Fulvio Vasallo Paleologo, por seis mil inmigrantes había declarado el estado de emergencia, mientras que Túnez, con muchos menos medios y sin tanto ruido, había acogido ya a 150.000 personas procedentes de Libia.